La Cuba que nos importa


Cuba hoy, según mi enfoque,-dice el periodista Luis Sexto- es una conjunción de duda, resignación, entusiasmo, vocación liberadora. Por esa mezcla uno puede percibir que dentro “pasa algo”, aunque en el exterior, particularmente en Miami, algunos desde una óptica que descalifica y sataniza, la evalúen con los términos de la retórica liberal y neorromántica de Vargas Vila que atribuye cualquier movimiento a la presunta lucha entre caudillos y grupos. Y esto último ha sucedido ante la última recomposición del gobierno, acto constitucionalmente previsto en el comienzo de cada
legislatura y cuyo aplazamiento para un momento posterior fue anunciado el 24 de febrero de 2008.

Se mueve o no se mueve Cuba es la pregunta que tanto fuera como dentro se formulan analistas y amigos, adeptos y enemigos. El Gobierno cubano tal vez sea el único que no pueda evadir el careo, la duda que generan algunos de sus actos. Y lo bombardean con cápsulas de mal olor si avanza y también por qué aparente estar estacionado.

Quién no sabe que en Cuba habitualmente siempre “pasa algo”....

No sé si lo que veo o entreveo sea solo una deficiencia de mi presunta agudeza política. Comprendo que tres ciclones que devastaron varios pueblos y campos agrícolas, aflojan peligrosamente el terreno donde se han de reordenar las bases, y existe en nuestro país, además, una especie de “inestabilidad” derivada de las mismas circunstancias de vivir casi todos del milagro de salarios depreciados, comprando productos en otra moneda, exclusiva más que inclusiva. Esa fisura enuna sociedad aun insatisfecha exige la cautela para cualquier renovación estructural, en un planeta que se quiebra económica, ecológica y moralmente.

Parece, pues, que el Gobierno cubano es el único en el mundo que ha de explicar públicamente las razones de sus reajustes administrativos. Pero, veamos esta contradicción: si los hombres permanecen mucho tiempo en el cargo, la crítica se refiere a la “eternidad” en el poder de los dirigentes, el inmovilismo, la impunidad y otros argumentos
afines. Ahora bien, si el Gobierno decide remover a unos y nombrar a otros, usando un lenguaje aséptico, delicado --liberar o promover--,el escándalo hace temblar a periódicos y vidrios de la web. ¿!Cómo es posible, qué explicación nos dan!?...

Ahora bien, las referencias de una reciente reflexión de Fidel a ambos altos funcionarios tuvieron el propósito de esclarecer las verdaderas razones de la sustitución, que la nota oficial del Gobierno no reveló y que al parecer el Líder de la Revolución mencionó con el propósito de impedir que se pudiera fantasear, especular, desde los medios donde
ciertos analistas ganan su pan tratando, con los ojos vendados, de ponerle el rabo al burro

Tal vez, los cubanos de dentro y los de fuera y los presuntos adeptos extranjeros tengamos que habituarnos a que los dirigentes y cuadros han de ir o venir como en cualquier país sin que haya que pasearlos entre dos filas de garrotes públicos, salvo que hayan dañado tanto que se imponga un juicio o una denuncia difundida por altavoces.

Dentro de lógicas dudas en época convulsa, también en Cuba pervive la certeza de que la Revolución y las aspiraciones de justicia, equidad y auténtica libertad de millones de cubanos no han fracasado, solo se han retrasados. Y se perderían de verdad si los cascos de los nuevos bárbaros de Atila, que dijo Rubén Darío, cruzan el estrecho de La Florida. Una suprema diferencia nos separa: a nosotros nos interesa, sobre todo, la independencia y la justicia social. A aquellos, estos valores nacionales les importan tanto como al león la extinción de la gacela.

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