Un documento secreto de la CIA revela su estrategia en Ecuador [+ infografía y video]

Un reporte secreto del equipo operativo que trabajaba con agentes y colaboradores en Ecuador revela el caso de la conocida espía que residió en Quito por más de 20 años hasta que su red fue desmembrada en 2007 y la obligaron a salir del país. En los últimos años, se intentó reclutar nuevos integrantes afines a los intereses de los Estados Unidos y fortalecer los contactos, incluso, en los medios de comunicación.

Unidad de Investigación 

En 2008, Leila Hadad Pérez, conocida en el mundo de la inteligencia como la agente ‘Swat’, había perdido el control y la visión del objetivo que, en un principio, fue influir en nombramientos de oficiales militares y policiales con el pretexto de la lucha antidrogas. Por eso constituyó una agencia de reclutamiento de personas afines a los intereses de EE.UU.
Así lo reporta un documento desclasificado de ese año al que tuvo acceso EL TELÉGRAFO, a partir de la publicación de la cadena de televisión multiestatal Telesur, hace una semana, el cual revela una red de políticos, militares retirados y periodistas nacionales que presuntamente estarían vinculados a una nueva red de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. con el objetivo de desestabilizar las políticas del actual Gobierno Nacional.

El informe secreto del equipo operativo que habría trabajado con agentes y colaboradores —cuya autenticidad fue verificada— advierte la enorme preocupación ante la posibilidad de la salida del FOL (punto de operaciones avanzadas de EE.UU.) de la Base de Manta, lo que se hizo efectivo el 17 de julio de 2009, puesto que eso haría que “el manejo de la inteligencia se debilite”.

Esto también debido al fracaso de Leila y su grupo, quienes no habrían logrado retomar el control de las fuentes militares y policiales, por lo que aconsejaban aprovechar las próximas acciones planificadas. Perder la Base de Manta era la mayor preocupación y, al mismo tiempo, el motivo de la gran acción operativa con periodistas, militares, policías y funcionarios públicos. Y de ahí se deduce el aparecimiento posterior de Karen Hollihan, según el reporte del documental exhibido en Telesur.

Por eso se debía “fortalecer la nueva estructura del manejo de la información local, con agentes nuevos y reubicar a los evidenciados en otros cargos”. La central —según el informe secreto— encabezado por la “señora” ahora controlaría la región andina norte desde Miami.

¿Quién era Leila Hadad Pérez?

‘Swat’ era una ciudadana libanesa cuyo verdadero nombre era Sania Elias Zaitoum El Mayek, que logró acceder a una cédula de identidad ecuatoriana de número 171049749 y con el alias de ‘Leila Hadad Pérez’, nacida el 13 de febrero de 1950 en Otavalo (Imbabura).

Su objetivo era “controlar y dirigir” la inteligencia de la Policía y las Fuerzas Armadas (FF.AA.) ecuatorianas, por lo que se le conoció como la agente ‘Swat’ de la CIA. Incluso, hay testimonios de que ella realizaba movimientos de cargos de oficiales superiores y subalternos. ‘Swat’ habría llegado al país posiblemente a inicios de 1984 e instaló su residencia en Quito, donde abrió un salón de belleza y posteriormente un almacén de venta de alfombras en el norte de la capital, lo que le permitió crear una fachada para guardar las apariencias cuando, en realidad, era asidua asistente a reuniones con altos militares del Ejército y la Policía de ese entonces.

Al respecto, diario Expreso, el 27 de abril de 2008, publicó una investigación en la que reveló que, incluso, un presidente habría visitado a ‘Swat’ en su local de alfombras antes de ser descubierta. En 2002 empezarían sus problemas. Roberto Sassen van Esloo, uno de los dueños de Prodefensa, una firma de venta de armas, la enjuició por falsificación de documentos de identidad, pero a los pocos meses de haberse presentado la denuncia, prescribió la acción a favor de Hadad.

No obstante, según la prensa de la época, entre septiembre y octubre de 2004 y a raíz del incidente con Sassen, la Dirección General de Inteligencia (DGI) de la Policía empezó a investigarla. Esto generó un conflicto entre la DGI y la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES), puesto que Hadad tenía al menos 10 agentes de esa unidad a su servicio. Por esos años, el portal digital Ecuadorinmediato reveló que Hadad Pérez había sido nombrada Cónsul Honoraria del Ecuador en Alejandría (Egipto) por el gobierno de Lucio Gutiérrez el 13 de octubre de 2004. Sin embargo, no habría abierto su oficina consular en dicho país, por lo que, mediante Acuerdo Ministerial Nº 340 del 20 de julio de 2005, 2 meses después de que Gutiérrez fuera derrocado, se dieron por terminadas sus funciones.

Un oficial de inteligencia retirado de la Policía, que no quiso ser citado, corroboró el viernes pasado a este diario que Hadad tenía fuertes influencias en la UIES. Explicó que ‘Swat’ era conocida en el ambiente policial porque supervisaba el nombramiento de sus miembros y canalizaba el financiamiento de esa unidad con vehículos y dinero que al parecer venían de la CIA. Finalmente en 2007 la influencia de Leila habría llegado a su fin.

El documento secreto explica que el entonces Comandante de la Policía, Bolívar Cisneros mantuvo una posición “incomprensible” para sus fines. “Leila nunca elaboró un perfil real del General Cisneros, quien recibió apoyo medular en su ejecución en la lucha antidrogas; esto evitó sospechar que el mando de la Policía se haya constituido en la principal persona conocedora de la estructura y que presionó el desmembramiento de la misma.

Se tiene evidencia que Cisneros ordenó la detención de Leila en su salida del país hacia los EE.UU. meses atrás”, explica el informe. Debido a todos los conflictos que generó en esos años la presencia de ‘Swat’ en el país (ver gráfico), el mismo equipo operativo ordenó la salida de Leila del país; desmanteló la estructura y fachada (alfombras), además de cortar la comunicación con los militares y policías amigos para evitar su identificación. Sin embargo, el grupo operativo no terminaría su trabajo en Ecuador, sino que estructuraría otra central con otro mando.

Acciones inmediatas 

Una de las primeras acciones que el informe secreto revela es la restructuración de la central manteniendo a Simón Bermúdez como director nacional de la red. Mientras que Patricio Oña tendría la relación táctico operativa con “los niveles de información de mandos medios y civiles no notables” y el abogado, Augusto Tandazo, sería el relacionista público, ya que —según el informe— mantenía un perfil de asesor jurídico en temas petroleros.

El abogado tendría a los nuevos colaboradores alrededor de los agentes ya posesionados. Otra de las disposiciones a la central era la de incrementar el intercambio de oficiales de inteligencia mediante cursos en los EE.UU. y Ecuador, es decir planes de capacitación donde se establecerían conexiones de comunicación directa con la central de Miami.

En ese sentido también pedirían un incremento económico para las operaciones de la central con sede en Ecuador para la lucha antidroga. Finalmente, se pretendía filtrar mediante doble proceso de selección a los informantes. Y aquí es donde aparecen algunos nombres de políticos y periodistas articulados con el “nuevo mando”.

Estrategia en bases militares 

Además de los ya mencionados, el documento revela que la reestructuración también se llevaría a cabo en las bases de inteligencia militar anteriormente aliada de Leila y que confluía con los intereses de EE.UU.

En ese sentido, —indica el documento secreto— el entonces director de Inteligencia, “coronel Mario Pazmiño” habría sido “quien ahora reemplaza al general Manjarrez [Tito], dentro de nuestra estructura”. Pazmiño ayudaría —dice el informe— a fortalecer la exdirección del Ejército, el Servicio Secreto (CIQ) y los grupos de inteligencia ubicados a lo largo de la frontera norte.

En ese marco el documento secreto explica que se pretendía continuar creando confrontación al interior de las FF.AA. y “alimentar por elementos colaboradores de la Embajada Americana e incrustados también en las FF.AA., instituciones civiles (Comisión anticorrupción, Fiscalía, etc.) y hasta la prensa”.

Por ello señala que “el objetivo de sacar del mando militar al actual Jefe del Comando Conjunto, a los Comandantes de Marina y Fuerza Aérea, quienes no han sido ‘colaboradores’ con las políticas de EE.UU. para el Ecuador se mantiene”. A los que se refiere el informe secreto como no aliados eran el general Héctor Camacho y el general Luis Ernesto González.

El actualmente coronel retirado Pazmiño —añade el documento secreto— habría estado trabajando para la central en Ecuador, mientras fungía como director de inteligencia del Ejército: “ya trabajó los días 9 y 10 de enero (se presume en el 2008) y tuvo reuniones con Luis Herrería (†)”.

Herrería fue presidente de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil, secretario de la Administración Pública en el gobierno de Alfredo Palacio (2005-2007) y subsecretario de Pesca durante el gobierno de Rodrigo Borja (1988-1992). Como funcionario de Palacio acusó al derrocado Lucio Gutiérrez de seguir la misma línea del proyecto bolivariano en Venezuela, encabezado por Hugo Chávez: “Es un proyecto horrible porque se desprende de Venezuela, pasa por Colombia, sigue por Ecuador porque aquí se desestabilizó la institucionalidad del país, sigue por el Perú y vean cómo terminó en Bolivia”.

Herrería, habría sido al igual que Pazmiño, uno de los principales colaboradores de la central en Guayaquil. Por eso alentaban sus contactos como los altos oficiales de la Armada que en ese tiempo estaba en proceso de renovación. Uno de sus amigos cercanos era el contralmirante Aland Molestina, quien, a su vez, tenía “excelentes relaciones con el grupo militar de la embajada en Quito [...] fue agregado en Washington y afecto a la línea de la embajada”. Esta intervención pretendía reactivar contactos socialcristianos iniciados por Pazmiño que incluía a Herrería, Molestina y la asambleísta Cynthia Viteri.

Los contactos de apoyo se cambian 

Desde 2007 la CIA desea retomar el control total.

 Apenas Rafael Correa se perfiló en el 2006 como candidato favorito para ganar la presidencia, la embajada de Estados Unidos en el país prendió las alertas, lo cual fue comunicado en un cable secreto enviado por la embajadora Linda Jewell el 28 de agosto de 2006.

En el mencionado cable, 06QUITO2150_a —difundido por Wikileaks— Jewell anotó: “si bien ninguno de los candidatos devolverá la relación bilateral a los días felices, cuando el entonces presidente electo Lucio Gutiérrez se declaró nuestro ‘aliado más fuerte en América Latina‘, ninguno de los principales contendientes afectaría a los intereses USA tan a fondo como Correa“.

A continuación la embajadora añade: “Tenemos algunas palancas para influir en los votantes ecuatorianos. Elite de los medios de Ecuador es extremadamente sensible a la intromisión interna percibida. En privado, sin embargo, hemos advertido a nuestros políticos, y contactos con los medios económicos de la amenaza Correa representa para el futuro de Ecuador”.

Sin embargo, el triunfo contundente de Correa movió las fichas de los organismos de ese país que estaban prácticamente enquistados en el país como la CIA y la Usaid que habían penetrado, por lo menos durante los últimos 20 años, el sistema político, militar y policial, según indica el informe secreto al que tuvo acceso EL TELÉGRAFO.

Pero la política de recuperación de soberanía implementada por el gobierno anuló la mayoría de estrategias, las cuales se intensificaron luego del bombardeo al territorio nacional en Angostura, el 1 de marzo de 2008, con el pretexto de que era una operación de Colombia que eliminó a guerrilleros de las FARC y que más tarde se comprobó que fue planificado con ayuda de Estados Unidos.

Esta agresión evidenció que militares ecuatorianos respondían a órdenes emitidas por EE.UU., “el principal informante de la embajada (de EE. UU.), era el Jefe de Inteligencia del Ejército”, afirmó el presidente Correa.

La semana pasada, el Primer Mandatario, dijo que a inicios de su gobierno fue contactado por una “representante de la CIA”. Hizo esta revelación para refutar los comentarios hechos por el embajador de Estados Unidos, Todd Chapman, quien afirmó que las acusaciones de injerencia en el país por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses son “historias antiguas”.

“Al inicio del gobierno me visitó el representante de la CIA, cuando creían que todavía podía captar nuestro gobierno. Fue a verme, pidió una reunión conmigo y se presentó: ‘soy el encargado de la CIA en Ecuador’, pero de eso no se ha encargado el señor embajador”, indicó Correa. (I)

El uso de políticos, militares y prensa 

La simpatía con Ecuavisa y con diario Expreso

En 2007, uno de los objetivos permanentes de la central fue intentar disminuir el efecto “Chavista” en la región sudamericana y del Caribe. Y en el caso ecuatoriano esa era una de las razones para haber perdido el control de las fuerzas, ya que el presidente Rafael Correa mostraba “simpatía” con la línea de pensamiento del presidente de Venezuela en ese tiempo, Hugo Chávez.

Esto lo explica el informe secreto de 2008 al que tuvo acceso diario EL TELÉGRAFO, luego de la divulgación de un documental por parte de Telesur, en el que se revelaban nombres de posibles involucrados en una red relacionada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU.

Para cumplir con este propósito “una crisis militar, social y política crearían el mismo escenario que en Venezuela, en el momento de plantear el Referéndum a la nueva constituyente, que sin duda acá en Ecuador será neo-socialista, una crisis en lo militar pondría en apuros al Gobierno”.

En ese sentido, para principios de 2008, el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, convocó a una movilización, en la cual calificó al presidente Rafael Correa como “enemigo” de la ciudad.

Dicha protesta llamó la atención del equipo operativo que trabaja con agentes y colaboradores ecuatorianos, el cual recalcó que “la causa del alcalde Nebot y de ‘Guayaquil’ se fortalece con el surgimiento de un eventual apoyo militar en fechas cercanas a la movilización planteada por el alcalde”.

Por ello, de la misma manera, aprovecharon algunos de los conflictos que se dieron durante la reestructuración de la Infantería de la Marina que —de acuerdo con el informe— “son parte del resultado de un plan preconcebido que no se concretó”. Este incidente interno también sería aprovechado para llevarlo a la marcha convocada por Nebot en ese entonces.

El informe secreto no deja de lado la actuación de los medios de comunicación: “Además se debe tener presente que, la actuación de Ecuavisa por parte de Carlos Vera, se produce con facilidad [...] el diario Expreso, captaron la idea de caotizar al gobierno con una crisis en este mes (enero) cuando se acentúa el reclamo de Guayaquil”.

Asimismo otros sucesos de su interés como la posibilidad de la salida del puesto de operaciones avanzadas de EE.UU. de la Base de Manta, que se hizo efectivo el 17 de julio de 2009, impulsó a que el grupo ordenara la elaboración de “planes masivos de información sobre las prestaciones y bondades de la Base de Manta” y “tener contingentes para demostrar el incremento incalculable del éxito de narcotráfico ante la salida de la Base”.



El director del Centro Andino de Estudios Estratégicos (Cenae), Mario Ramos, aseveró que las estrategias desestabilizadoras de Estados Unidos, mediante la infiltración de la CIA, están dirigidas contra gobiernos progresistas de América Latina, que no están alineados a sus intereses hegemónicos. "En la arena internacional siempre hay una lucha constante por el poder.

Lo que hace EE.UU. es sostener, bajo diferentes metodologías y estrategias, su hegemonía. Es lo que busca", apuntó.  En Telesur, el experto explicó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) analiza las condiciones de cada país para elegir el tipo de estrategia desestabilizadora: guerra económica, mediática, psicológica, entre otras.


El Telégrafo de Ecuador

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