La CIA la más perjudicada por la reducción del personal en Cuba

EEUU rompió relaciones con Cuba

Arthur González.─ Cuando el 3 de enero de 1961 el presidente Dwight Eisenhower, rompió relaciones diplomáticas con Cuba, Mike Pompeo era un niño de 9 años y no sufrió el error que constituyó retirar la estación local de la CIA de la Isla, en medio de los trascendentales cambios políticos y económicos que acontecían, en medio del proceso revolucionario que se llevaba a cabo.

En aquellos días la CIA aseguraba que la Revolución no resistiría la invasión que estaba preparándose, pero al ver como se rendían sus “brigadistas” a las milicias y al ejército rebelde, sus ilusiones fueron cambiando.

La CIA tuvo que recurrir a sus aliados, europeos y canadienses, para obtener información de lo que acontecía en Cuba; sus oficiales tuvieron que trasladar la atención de su red de espías, algo que no les agradó y menos al comprobar como era desmantelada por los Órganos de la Seguridad.

No fue hasta 1977 cuando el presidente James Carter autorizó la apertura de la Sección de Intereses en La Habana, y la CIA pudo retornar para reclutar nuevos agentes y buscar informaciones para sus planes subversivos.

La situación actual, es parecida a la de 1961, producto de la decisión de Donald Trump de reducir en un 60 % los funcionarios de la embajada en La Habana, entre ellos los oficiales CIA que laboraban encubiertos en cargos diplomáticos, en momentos que se produce la salida del presidente Raúl Castro.

Trump, asesorado por Mike Pompeo, en combinación con Marco Rubio, fabricaron la operación de los falsos ataques acústicos, para interrumpir las frágiles relaciones establecidas por Obama, quien cambió la estrategia para desmontar el socialismo en Cuba, bajo el viejo adagio de que “es más fácil matar a una mosca con miel que a latigazos”.

Un error más de los cometidos por los yanquis; por eso al ser nominado como Secretario de Estado, Pompeo acaba de afirmar que trabajará para “construir un equipo diplomático en Cuba que pueda responder a los intereses estadounidenses en la isla”.

Cómo será ese equipo, no lo explicó, pero es posible que la CIA tenga una mayor representación en la embajada, que le permita ejecutar planes de influencia y reclutamiento entre el gobierno cubano, siguiendo recomendaciones de quien estuviera al frente de la legación diplomática en La Habana, cuando en un informe secreto expuso:

“Es preciso que busquemos en otra parte, incluso dentro del propio Gobierno, para identificar a los más probables sucesores del régimen de Castro”.

“Se hace necesario tratar de ampliar nuestros contactos dentro de la sociedad cubana, tanto como sea posible, hablando de liderazgo e iniciativas democráticas. Debemos continuar abriendo Cuba a la era de la información a través de medidas como las anunciadas el 13 de abril 2015, para ayudar y estimular a las generaciones más jóvenes de cubanos en la búsqueda de más libertades y oportunidades”.

Esas acciones subversivas no se pueden ejecutar a distancia, la CIA requiere estar en el terreno para llevarlas a cabo, algo que Marco Rubio no entiende y de ahí sus acciones que impiden la labor de las agencias de inteligencia que estaban presentes en La Habana.

El propósito que busca el Senador es afectar al turismo americano y de otros países, algo en lo que fracasó, por eso la presión sobre el gobierno de Canadá como último recurso.

Pompeo ha tratado de reforzar la guerra económica, financiera y mediática, incluso como director de la CIA en junio de 2017 recibió en su despacho a connotados representantes de la Brigada mercenaria 2506, prometiéndoles medidas más duras contra la isla.

La vida le demostró a Pompeo que sin información no se pueden trazar planes, por ahora diseña la estrategia de darle marcha atrás a la decisión de Trump, sin reconocer la mentira de los ataques y las enfermedades, pero sí desea estar presente en el actual teatro de operaciones, no tiene más opción que volver a armar la estación de la CIA que el mismo desmotó.

En su audiencia de confirmación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, afirmó:

“Nos comprometemos en construir un equipo que proporcione diplomacia en Cuba para impulsar los intereses estadounidenses”.

Al parecer Marco Rubio ha sido persuadido de la importancia de la presencia de la CIA, porque en sus más recientes declaraciones sobre los inventados ataques acústico dijo:

“Considero que Rusia pudiera estar detrás de los misteriosos ataques, sucedidos en residencias diplomáticas y en los hoteles Capri y Nacional, en La Habana, entre noviembre de 2016 y agosto de 2017”.

No obstante, mantiene su postura de responsabilizar al gobierno cubano de la agresión, expresando que “sus autoridades saben que pasó y quien lo hizo”.

Hay que esperar la entrada de Pompeo al Departamento de Estado para ver qué actitud asume, pero sus antecedentes son muy negativos hacia Cuba.

En 2015, siendo representante por Kansas, copatrocinó el proyecto de ley Cuban Military Transparency Act, que prohíbe intercambios financieros con empresas gestionadas por los militares cubanos.

Pertenece a la rama más conservadora republicana y es miembro de la Asociación Nacional del Rifle.

Participó como militar en la primera Guerra del Golfo y en Europa del Este.  Es graduado de Ingeniería Mecánica en la Academia Militar de West Point, donde recibió el grado de capitán. Una vez licenciado del ejército, se graduó de abogado en Harvard.

En 1998 inició su carrera como empresario junto con tres amigos de estudios de West Point, adquiriendo tres empresas de piezas para aviones, creando  y entre sus clientes estaban Lockheed Martin y Boeing.

En 2006 se incorporó como presidente a la empresa Sentry International, dedicada a equipamiento petrolífero, vinculada a Koch Industries; por eso coincide con Trump en los temas del cambio climático y el petrolero.

El tiempo dirá como conduce su trabajo exterior pero los cubanos seguirán resistiendo, pues al decir de José Martí:

“El aire de la libertad tiene una enorme virtud que mata a las serpientes”

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